La primera etapa de este viaje, creo
que fue para mí una especie de “entrenamiento”, ya que viajaba en territorio
conocido y con un destino fijo.
Siempre supe donde tenía que llegar. Me
explico: Salí de Valparaíso y sabía que me esperaban en Constitución. Salí de
Constitución y me esperaban en Chiguayante y así sucesivamente. Nunca salí de
mi zona de confort.
Fueron bastantes las despedidas;
casi muchas. Unas más intensas que otras. En cada ciudad que dejaba, hubo
alguna y ¡como las odio! Todas fueron especiales, sin duda, pero no soy bueno
para eso. Soy un llorón y además me gusta estar con la gente que quiero, pero
esto es un paso fundamental para viajar, como yo lo llamo, liviano de equipaje.
Hacer todo lo que tengas que hacer con ellos, decir todo lo que tengas que
decirles, no quedarse con nada dentro es muy agradable. Es tan liberador… Casi
como contar un secreto que hace mucho tienes guardado.
Pero aún estaba en Chile y eso me
tenía intranquilo. Aún no saciaba esa sed de cruzar fronteras, de saber cómo se
siente despertar en un lugar donde nunca despertaste, tomar agua de la cual
nunca probaste, de respirar el aire que nunca sentiste.
Después de más de mil kilómetros
recorriendo tierras conocidas, el verdadero comienzo del viaje se hizo
realidad. Estaba en la frontera entre Chile y Argentina y no podía más de la
emoción. La entrada a un lugar del cual sabes poco o nada, la sensación de no
tener a nadie a quien recurrir si te ocurre algo y de que nadie te espere al
final del día, es bastante emocionante.
Colores y yo justo en la frontera de Chile con Argentina. Nuestro primer cruce de los Andes juntos!! |
Hoy cumplí mi primera semana en Argentina. Estoy en Chos Malal. Un pueblo al norte de la provincia de Neuquén y estar en un lugar desconocido es alucinante. Lo mejor de todo es
que he recibido mucho más de lo que he tenido que entregar. Personas que sin
ningún reparo te ofrecen una botella de agua con hielo cuando nunca tuviste más
sed, que te abren las puertas de su casa para recibirte como uno más de su
familia sin conocerte ni pedirte nada a cambio, que te han tendido una mano
cuando las fuerzas ya se han acabado.
Disfrutar del momento y el lugar
donde estás, se ha convertido en mi religión. Sin importar a qué lado de alguna
frontera te encuentres, siempre habrá cosas que te quitarán el aliento.
Algunos están felices de haber
nacido en donde nacieron, otros no. A mí, la verdad, nunca me preguntaron si
quería ser chileno. No digo que me arrepienta de haber nacido ahí, pero cuando
se comienza a clasificar a la gente por el color de su pasaporte, es cuando
quiero dejar de pertenecer a algún lugar, sea cual sea. Que me juzguen como
soy, no por mi procedencia. El patriotismo es sólo para la gente que necesita
sentir que pertenece a algo para poder estar tranquilos.
Las buenas o malas cosas que te
suceden son atraídas por tu energía y sin importar de donde, como ni del color
que seamos.
Espero que cosas mejores estén
por pasar.
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